Sacuden sus notas los momentos en que un adiós parece definitivo.
Me da igual.
Estremecen los días a las noches cuando miran desde el cielo los recuerdos de pieles en las que te perdías y ya no existen para tí.
Zozobran las lágrimas de las palabras susurradas a destiempo y que nunca fueron escuchadas.
Ululan los árboles testigos mudos de cuento emanaban las carícias que el viento arrancó. Desaparecen por arte de magia los ojos que emocionados miraban al cielo cuando este estallaba en un mar de colores que ya no se recuerdan.
Me da igual.
Surgen de las sombras aquellos susurros que mienten en compáñía de la sangre no derramada.
Ya no se ama, entre tu y yo, ya no se ama.
El tiempo firmó la sentencia de muerte de cuanto hubo.
El consuelo, lo que secó el torrente de un amor inesperado e inútil fué aquel fugaz beso que lo fué todo para mí.
Hora es ya, pasados decenios, de homenajear la dicha del momento olvidado por todos...menos por mí.
Mi bello principe, hasta tenemos cancion de muerte sin resurrección.
Me da igual.
Estremecen los días a las noches cuando miran desde el cielo los recuerdos de pieles en las que te perdías y ya no existen para tí.
Zozobran las lágrimas de las palabras susurradas a destiempo y que nunca fueron escuchadas.
Ululan los árboles testigos mudos de cuento emanaban las carícias que el viento arrancó. Desaparecen por arte de magia los ojos que emocionados miraban al cielo cuando este estallaba en un mar de colores que ya no se recuerdan.
Me da igual.
Surgen de las sombras aquellos susurros que mienten en compáñía de la sangre no derramada.
Ya no se ama, entre tu y yo, ya no se ama.
El tiempo firmó la sentencia de muerte de cuanto hubo.
El consuelo, lo que secó el torrente de un amor inesperado e inútil fué aquel fugaz beso que lo fué todo para mí.
Hora es ya, pasados decenios, de homenajear la dicha del momento olvidado por todos...menos por mí.
Mi bello principe, hasta tenemos cancion de muerte sin resurrección.
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