Los cuentan como a tres cuando en realidad son sólo dos por vivir. La mañana llena el día de frescor y la suave brisa del mes de abril crea confusión en los sueños de una mujer. Nace entre sus sombras las carícias de su amante. Nada existe, nada es real, sólo vive en su cuerpo el placer de amar. Llega la tarde y la mirada de un hombre se pierde en el horizonte, fijando sus ojos en un punto neutral, recordando un pasado de amar, en distintos caminos, en distintos lugares.
Cuando llegó la noche sus miradas se fundieron en una sola, como puntas de lanzas clavándose en sus ojos, fijamente, con la pasión ardiendo en su interior, con el dolor que nace antes de morir. Los amantes fueron seducidos por ellos mismos, allí donde la oscura noche fue su aliada y la suave brisa del amanecer refresca sus deseos.
Se acaba la noche y los cuerpos se separan, el silencio reina ahora en sus mentes. Son enemigos de la verdad por dolor que puedan causar. Llega el calor del mediodía, fijamente miran al cielo y piensan en un punto fijo donde puedan estar cada uno en ese momento deseándose de nuevo pero la duda les recorre su cuerpo como una serpiente envenenada que lentamente les estrangula con la fuerza que hace temblar los sentimientos de un hombre y una mujer. Ella acalama sus deseos de amar y el regreso latente cuando sus miradas se van cubirendo las manos con pasión y se vuelve a amar con pasión porque no hay odio hasta que vuelva a salir el sol.
Después serás hija enemiga que te hace venir hasta aquí y dejas esclavizar tus deseos con la tranquilidad de que puedes desgarrar la pasión de un dios que, amando en silencio, clava sus garras en sí mismo y sus sueños desea alcanzar el viento, como alas de cristal que destrozan su inocencia tras un muro impenetrable que alimenta el odio o el amor de quienes desean con locura lo que no pueden tener.
El espacio del lugar los encierra enun triste dolor que cada día los atormenta. Mas el final es latente en sus ojos perdiéndose en la distancia de la duda que alimenta su pasado. Piensan en un lugar donde el viento acaricie su pelo sin temos al sol que arde cada día sobre sus espaldas fijando un momento y un lugar, se vuelven a amar dejando que el tiempo transcurra.
Sigilosamente, sin pensar que volverán y así, su lenta agonía, les dirá más y más, que quieren ver más y hasta donde pueden llegar a morir o a amar. Será el castigo, el verse una vez más.
Cuando llegó la noche sus miradas se fundieron en una sola, como puntas de lanzas clavándose en sus ojos, fijamente, con la pasión ardiendo en su interior, con el dolor que nace antes de morir. Los amantes fueron seducidos por ellos mismos, allí donde la oscura noche fue su aliada y la suave brisa del amanecer refresca sus deseos.
Se acaba la noche y los cuerpos se separan, el silencio reina ahora en sus mentes. Son enemigos de la verdad por dolor que puedan causar. Llega el calor del mediodía, fijamente miran al cielo y piensan en un punto fijo donde puedan estar cada uno en ese momento deseándose de nuevo pero la duda les recorre su cuerpo como una serpiente envenenada que lentamente les estrangula con la fuerza que hace temblar los sentimientos de un hombre y una mujer. Ella acalama sus deseos de amar y el regreso latente cuando sus miradas se van cubirendo las manos con pasión y se vuelve a amar con pasión porque no hay odio hasta que vuelva a salir el sol.
Después serás hija enemiga que te hace venir hasta aquí y dejas esclavizar tus deseos con la tranquilidad de que puedes desgarrar la pasión de un dios que, amando en silencio, clava sus garras en sí mismo y sus sueños desea alcanzar el viento, como alas de cristal que destrozan su inocencia tras un muro impenetrable que alimenta el odio o el amor de quienes desean con locura lo que no pueden tener.
El espacio del lugar los encierra enun triste dolor que cada día los atormenta. Mas el final es latente en sus ojos perdiéndose en la distancia de la duda que alimenta su pasado. Piensan en un lugar donde el viento acaricie su pelo sin temos al sol que arde cada día sobre sus espaldas fijando un momento y un lugar, se vuelven a amar dejando que el tiempo transcurra.
Sigilosamente, sin pensar que volverán y así, su lenta agonía, les dirá más y más, que quieren ver más y hasta donde pueden llegar a morir o a amar. Será el castigo, el verse una vez más.
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